miércoles, 21 de septiembre de 2016


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EL CONFLICTO COLOMBIANO 1990-1999

Este artículo muestra cómo la insurgencia en los años noventa logró variar su condición de guerrilla rural con influencia exclusiva en zonas periféricas, convirtiéndose en una organización que pretende consolidar su influencia en amplias zonas del territorio nacional, aplicando para ello una estrategia que articula circunstancias económicas, políticas y militares. La guerrilla de hoy ha cambiado su manera de buscar el poder, sus formas de accionar militarmente, de movilizar sectores sociales y de conseguir las finanzas para subsistir como organización armada. 

Asímismo, pudo extender su presencia a los centros político-administrativos más importantes del país y muestra elevada actividad en zonas petroleras, mineras, de cultivos ilícitos, fronterizas y con importante actividad agropecuaria. La geografía de la presencia guerrillera refleja con claridad cómo avanza de manera cada vez más evidente hacia las zonas que le proporcionan ventajas estratégicas en la confrontación.

Es importante tener presente que la prolongación del conflicto armado colombiano tiene como fundamento la autonomía adquirida por las guerrillas, sobre todo en el campo financiero, reduciendo la importancia de obtener un mayor apoyo social y político, que es la necesidad inherente a toda guerrilla.

De otra parte, la incidencia de la violencia en la economía no ha llegado al máximo nivel, sino que en general la economía ha logrado avanzar, a pesar de este flagelo, proporcionando un buen ejemplo de como las situaciones de conflicto resultan siendo compatibles con signos positivos de la actividad económica, sin que el funcionamiento global del sistema llegue a verse afectado por estas situaciones. Esta aparente paradoja permite entender la tradicional ausencia de compromiso en los sectores urbanos que al percibir el conflicto armado como una molestia lejana y no como una fuerza perturbadora que amenazara sus intereses, son indiferentes a la búsqueda de salidas que impliquen concesiones de su parte. Ante la percepción generalizada, que se impone con fuerza hacia el final de la década del noventa, de que la inseguridad es el principal problema que enfrenta la economía colombiana, la subestimación estratégica sobre las implicaciones del conflicto pareciera estar cambiando, sin que sea aún clara su derivación hacia la construcción de los consensos que hagan viable la solución política del conflicto armado.