Sandino y su “pequeño ejército loco”, a como lo llamó con ternura la escritora chilena Gabriela Mistral, combatió a los marines estadounidense en las montañas de las Segovias, al norte del país. Sus tácticas fueron eficaces, a tal punto que a pesar de la desigualdad numérica y tecnológica armamentista, nunca pudieron ser eliminados por los soldados extranjeros. Los marines, finalmente, salieron del país, dejando en su lugar a un ejército nicaragüense adiestrado que más tarde pasaría a conocerse como la Guardia Nacional, dirigida por un militar nacional entrenado en Estados Unidos: Anastasio Somoza García, conocido como “Tacho”.
Con el tiempo y astucia política, Somoza García llegó al poder en 1937. Su alianza incondicional con los Estados Unidos (con quienes hacía jugosas negociaciones a costas del país entero), y su completo manejo de la Guardia Nacional, le garantizaron un “reinado” totalitario, en el que los contrarios políticos eran controlados a base de terror, y algunas veces ejecuciones masivas. Sin embargo, en Septiembre de 1956, Rigoberto López Pérez, un joven poeta leonés, sacrificó su vida al dispararle al dictador en una fiesta social que se realizaba en aquella ciudad. Rigoberto fue masacrado in situ. Somoza sobrevivió a las balas, pero murió más tarde en un hospital panameño a donde había sido trasladado de emergencia.
La presidencia pasó a ser ocupada por el hijo mayor, Luís Somoza, mientras la Guardia Nacional era dirigida ya por el menor, “Tachito”, Anastasio Somoza Debayle (entrenado militarmente en Estados Unidos como su padre), quien desató a la muerte del patriarca una ola de cruel represión en León, contra quienes considerara enemigos políticos.
En 1967 Luís Somoza Debayle ocupaba aún la presidencia (aunque no gobernó durante 11 años, sino que alternó el poder con otro político de la época), pero murió repentinamente. Tras el gobierno de un presidente títere, “Tachito”, su hermano menor, venció en elecciones nacionales e instauró nuevamente un régimen dictatorial represivo y devorador.
Aunque su padre se había hecho de muchas propiedades, empresas e industrias que pasaron a ser suyas y de su familia, Somoza Debayle continuó la acumulación indiscriminada de riquezas. A finales de 1972, cuando un terremoto devastó la ciudad de Managua, gran parte de la ayuda humanitaria enviada por países y organizaciones benévolas fue desviada a las bodegas del dictador para luego ser comercializadas, y las licitaciones para la reconstrucción de la ciudad pagada por el erario público y la ayuda internacional, eran ganadas por las empresas de Somoza y sus aliados.
El malestar social aumentaba, pero la Guardia Nacional sabía someter con fuerza cualquier manifestación pública, y sabía torturar o ejecutar a opositores políticos y población en general.
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